Etapa El Real de la Jara - Monesterio
A las siete de
la mañana nos espera el autobús en la Alameda del Tren, en este día frío
de febrero. En casa hemos desayunado y nos hemos preparado unos bocatas
para la media mañana. Hemos empezado el viaje con mucho ánimo, sabiendo
que nos espera un día abierto sin lluvias.
Llegamos al
albergue de El Real de la Jara sobre las ocho y media de la mañana, y
enfrente, en el Mesón Taurino Jara Real, hemos tomado un café con la
correspondiente lentitud del camarero, que no esperaba tan temprano un
grupo de treinta peregrinos.
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😂😂😂 ¡¡ Cuánto nos hemos reído !! Una máquina de cortar fiambres al lado de la puerta del servicio de los tíos. |
Nos hemos
reencontrado con la Plaza del Ayuntamiento y con la Iglesia de San
Bartolomé, y dejando a la derecha la figura del Castillo, subimos por el
Camino del Callejón en dirección a Monesterio, a unos 20 kilómetros.
A tan solo 1
kilómetro está el límite entre las provincias de Sevilla y Badajoz, e
inmediatamente hallamos el arroyo de la Víbora. Lamentablemente, al
cruzar el arroyo he puesto el pie en un mal sitio y en lugar de apoyarme
en una piedra firme, ésta se ha hundido y he metido el pie derecho en
el agua, así que empiezo fatal la travesía de hoy.
Poco después
del arroyo nos encontramos a la derecha del camino con las ruinas del
Castillo de las Torres, llamado así por sus tres torreones de base
circular. No está clara la función de este castillo, pero teniendo en
cuenta que es un punto fronterizo entre Extremadura y Andalucía, no es
extraña su presencia. Al parecer, su función
principal era la de punto de vigilancia de la ruta de peregrinaje hacia
Santiago.
La primera
parte del camino la realizamos por una vía cómoda que cruza la finca
Vistahermosa, hasta que llegamos a la carretera EX-318, a las espaldas
de un área de servicios de la Autovía A-66 Vía de la Plata, donde está
una extraña capilla, la futurista ermita de San Isidro. Aquí hacemos una
primera parada, donde compartimos barritas de cereales, frutos secos y
ciruelas pasas.
A continuación
seguimos por una vía estrecha entre eucaliptos que va paralela a la
N-630, llamada también Carretera de la Ruta de la Plata, y a la Autovía.
Durante todo
este trayecto coincido con un grupo de peregrinos con los que comparto
una afición: el cine. Vamos hablando de cine francés, español y
argentino. Luego cambiamos de tema: empezamos con la música y terminamos
hablando del futuro de nuestros hijos, de los escasos espacios de ocio
que tienen... En fin, las preocupaciones propias de unos padres.
Esto es
también el Camino, compartir experiencias, reflexionar en voz alta y
darle forma a nuestros pensamientos.
Al igual que en la etapa anterior, estos momentos nos unen como grupo.
Cuando este
sendero se termina, comienza otra vez el asfalto por un camino poco
transitado. Aquí hacemos de nuevo una parada para tomar unos bocatas y
reunirnos. Aunque ya estamos en el mediodía, la temperatura sigue siendo
fría, hace un aire incómodo que me está dando dolor de cabeza. Esta
parada me sienta bastante bien y como voy de los primeros del grupo me
da tiempo a descansar hasta que llegan los últimos. Desde donde estoy
sentado hago fotos al grupo.
La última parte
de la etapa sigue por esta carretera y en los últimos tres kilómetros y
medio vamos subiendo el Puerto de la Cruz antes de entrar en
Monesterio.
Llegamos a una
zona de descanso justo en la entrada del pueblo. Tras la subida que
acabamos de hacer, es un lugar extraordinario para el reposo: respiramos
un poco, nos hacemos unas fotos y esperamos de nuevo al resto del
grupo.
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Merenderos a la entrada de Monesterio |
Hemos llegado a
la hora prevista. Continuamos por esta carretera de entrada, hasta que
volvemos a encontrarnos con la N-630, que hace de travesía de la
localidad, dividiendo Monesterio a un lado y otro de la carretera. A la
izquierda dejamos el Museo del Jamón, y algo más adelante llegamos al
Hotel Moya, donde tenemos la comida de hoy y donde nos espera el
autobús.
Nos ponen vino de pitarra con gaseosa para acompañar el menú, y tras descansar los pies, nos proponemos hacer algo de turismo.
Siguiendo la
travesía llegamos al centro, donde está la Plaza del Pueblo. Al fondo
está la Iglesia de San Pedro, construida en ladrillo vista en el siglo
XV, de estilo mudéjar tardío.
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Iglesia de San Pedro de Monesterio |
En un lateral de la plaza se encuentra una cafetería, donde nos hemos tomado un capuccino de categoría, buenísimo.
Frente a la cafetería, en el otro lado de la plaza, se encuentra el Centro de Interpretación General de la Vía de la Plata, que merece la pena conocer. Está situado en el edificio que antes ocupaba la Oficina de Telégrafos. Aquí nos reunimos un pequeño grupo de peregrinos que también decidieron salir a hacer turismo por Monesterio.
Empezamos la visita del Centro de Interpretación viendo un vídeo que explica el origen de la Vía de la Plata, y luego subimos a la primer planta donde hay paneles explicativos muy interesantes.
En uno de los paneles encontramos explicación al nombre "De la Plata". Al parecer, en lengua árabe se llamó a esta calzada romana "BaLaTa", que significa "ladrillo" o "enlosar"; así, el historiador Roldán Hervás, en 1971, llega a la conclusión de que el pueblo tomó este nombre de la lengua árabe y lo hizo suyo en la palabra castellana que más se aproximaba. Por ello, el "camino de la plata" resulta una redundancia, puesto que significaría algo así como el "camino del camino empedrado".
En otro de los paneles explicativos, vemos que ya hemos entrado en la Comunidad de Extremadura, y empezamos a hacer cálculos de cómo podemos organizar las etapas siguientes.
Las próximas etapas por tierras extremeñas serán largas y se presentan duras. Pero la ilusión no nos falta y ser un grupo tan numeroso nos aporta ánimos.
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En
el Centro de Interpretación de la Vía de la Plata, frente a uno de los
paneles explicativos donde aparece la fotografía del Arco de Cáparra en
gran tamaño. ¿A que parece en esta fotografía que Alejandro estuviera
allí mismo? El Arco de Cáparra se encuentra en la ciudad romana de Cáparra, al
norte de la provincia de Cáceres. Aún nos queda mucho para llegar. |
Sobre las cinco y media volvemos al Hotel Moya donde nos espera el autobús que nos lleva a casa, con muchas ganas de estirar las piernas y poner los pies en alto.