domingo, 18 de noviembre de 2012

ETAPA GUILLENA - CASTILBLANCO

Convocatoria de ACAL

Segunda etapa del Camino de Santiago por la Vía de la Plata

Nos despertamos en este domingo para iniciar la segunda etapa del Camino. Ayer llovió durante todo el día, pero para hoy se preveen lluvias débiles sólo en las primeras horas de la mañana. Preparamos chubasqueros y paraguas, y una mochila con lo imprescindible (agua, frutos secos, batidos), teniendo en cuenta que entre Guillena y Castilblanco de los Arroyos no pasaremos por ninguna otra localidad.
Hemos salido a las 7:45 desde la Alameda del Tren. El grupo de peregrinos ha aumentado, y somos hoy un total de 32 caminantes.
El cielo está cubierto, y tememos que la lluvia nos estropee el día, pero conforme nos acercamos a Guillena, vemos cómo los cielos se van abriendo.
El autobús nos deja donde terminamos el pasado día 27 de octubre, en el albergue de peregrinos de Guillena, y desde allí empezamos esta etapa sobre las 9 de la mañana.


Salida desde el albergue de Guillena


Una vez dejamos Guillena por la carretera de Burguillos, llegamos a un polígono industrial situado en el margen izquierdo, y una venta a la derecha, donde hay un miliario que indica el Camino de Santiago. Girando a la izquierda, atravesamos casi hasta el final este polígono, y tras abrir una portela, de nuevo a la izquierda, iniciamos un camino con toboganes, esto es, subidas y bajadas del terreno, que va cruzando fincas de olivares y de naranjos.


El camino está totalmente embarrado y el agua de las últimas lluvias va corriendo por los surcos, como si fueran estrechos riachuelos. En algunos tramos el camino no está transitable, por lo que subimos a los olivares, donde no hay tanto barrizal. 
Menos mal que con el bastón me voy ayudando, ya que los resbalones con el barro son constantes. Además, el barro se acumula en los zapatos, y éstos pesan cada vez más. Cuando nos metemos por los olivos para evitar el barro del camino, los zapatos se mojan mucho porque las hierbas están empapadas.
Todo esto hace que vayamos bastante lentos y prácticamente en fila india, casi pisando en las huellas dejadas por el que va delante.
Poco a poco el paisaje va cambiando, el camino se va haciendo más fácil. Vamos subiendo hasta llegar a tener una preciosa perspectiva de Sevilla. Estaremos aproximadamente a una distancia de la ciudad de unos 30 kms.
Lo primero que identificamos es la Torre "Pelli" y el Puente del Alamillo, y vamos reparando en otros detalles, hasta localizar el Puente del Quinto Centenario y la Giralda. En la fotografía siguiente se pueden apreciar, aunque con cierta dificultad, quizás por la bruma debido a la humedad del día.



A partir de aquí, la etapa cambia. El camino se va empedrando, es más inclinado, con mayor pendiente, por lo que las aguas corren ahora con más fuerza.
Empiezan fincas de ganado con alcornoques y encinas. Ya dejamos atrás los olivos, y encontramos bellotas buenísimas, de un dulce infantil. Cruzamos unas portelas que nos llevan a una zona de caza. Algunos disparos que escuchamos a lo lejos nos alertan, y unos minutos después, los disparos nos suenan más cercanos, por lo que elevamos el tono de voz para que los cazadores se percaten de nuestra presencia.




Vamos encontrando señales amarillas en las piedras y en los árboles, y llegamos a un punto atravesado por un camino asfaltado, donde hay unas portelas abiertas. Pero aquí las señales son naranjas: ¿se acabó la pintura amarilla, o nos están indicando algún peligro? Quizás sea lo segundo, porque encontramos un terreno irregular con muchas piedras, hay algún que otro resbalón y una torcedura de un pie (llevamos en el grupo una peregrina-enfermera que atiende al accidentado). Nos cruzamos con un grupo de ciclistas, que bajan la pendiente en sentido contrario al nuestro, a gran velocidad, con cuidado a las piedras.


En esta última parte del camino, el paisaje es de gran belleza, el cielo está despejado, vamos quitándonos ropa, hasta que llegamos a un camino más ancho, por donde pasan coches que van a las diferentes casas y fincas de la zona. Aquí hacemos un descanso más largo, comemos algo (¡¡qué ricos los mostachones con miel!!) y aprovechamos también para quitarnos el barro que queda en las botas. Al final de este camino, encontramos un nuevo miliario y la carretera que nos llevará a Castilblanco. Caminamos por la carretera, hasta que nos sale un camino que va paralelo a ella, por donde hay accesos a diferentes casas de campo. Vemos ya el pueblo, pero estos últimos kilómetros se hacen difíciles, porque el cansancio del día hace acto de presencia y porque además vamos subiendo. A la entrada del pueblo, sobre las 2 de la tarde, llegamos, derrotados -al menos por mi parte-, al Bar El Algabeño, frente al albergue de peregrinos -cerrado-, donde almorzamos con el menú de peregrino, bastante bueno, y aquí en el mismo bar nos sellaron las credenciales. 

Almuerzo en el bar El Algabeño, en Castilblanco
El día ha estado estupendo, el paisaje ha sido muy bonito, y aunque la distancia total no era mucha (19 kms.), hemos andado bastante lentos por la cantidad de barro que encontrábamos en los caminos. En torno a las 16:00 horas, cogemos el autobús de nuevo de regreso a Lora del Río, a descansar lo que queda de tarde, para trabajar mañana.

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