Esta noche pasada no hemos descansado bien por los ronquidos al unísono de algunos compañeros del albergue. Y por otro lado, me imaginé esta etapa escarpada, con escasa vegetación, dura, de subir y bajar a orillas del mar. Por eso, después de desayunar en el puerto de Muxía, buscamos un taxi que nos acortara algunos kilómetros en el trayecto hacia Fisterra. El taxista nos dejó en Frixe, en una encrucijada de la carretera con el Camino, para que no tuviésemos ninguna dificultad al incorporarnos.
La mañana es fresca, con un chirimiri algo incómodo, sobre todo porque hacía calor con el chubasquero. Me sorprende el terreno entre altos árboles por medio del bosque, y me gustó mucho la localidad de Lires, desde donde se divisa la playa. Nos sorprendió algún chaparrón algo más intenso en Buxán. Y bajamos hasta la Praia do Rostro, aunque en esta ocasión no estuvimos mucho tiempo en la playa por la llovizna permanente.
Llegamos a Fisterre sobre las tres de la tarde, bastante cansados por la falta del sueño y la caminata, y con hambre. Así, una vez nos instalamos en el Albergue Cabo da Vila, donde nos tomaron la temperatura a la entrada, nos fuimos a comer a Old Captain, un bar en el puerto que nos gustó mucho. Después nos fuimos a buscar alguna excursión que nos llevara en barco hasta el Faro. Cuando ya teníamos el ticket reservado, nos fuimos al albergue a ducharnos y descansar un rato. Antes de la hora del barco, compramos algunos souvenirs en la Tenda Peregrina del principio de la Calle Santa Catarina. Y ya teníamos localizado dónde cenar: Restaurante Maruxía (excelentes calamares y almejas).
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Río Castro: son las mismas aguas que veíamos el sábado en las Caldeiras. Este río desemboca en la ría de Lires.
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Praia do Rostro
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Un vuelo en las arenas de la playa
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Desde el Castillo de San Carlos, en Finisterre
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Puerto de Finisterre
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El Cabo de Finisterre desde el barco
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