En este verano, retomo el Camino del Norte en Mondoñedo, donde lo dejé en 2017. He llegado con Vueling a Santiago cerca de la una del mediodía y tras asegurarme de dónde tengo que coger el autobús, he almorzado en el mismo aeropuerto. Sobre las tres menos cuarto, en las paradas de los taxis y autobuses que hay en la misma salida del aeropuerto, he cogido el autobús en dirección a Mondoñedo.
La lluvia me ha recibido en Mondoñedo a las cinco de la tarde. Tengo hoy que empezar a andar, para que la etapa de mañana no sea excesivamente larga; haré unos 6 kms hasta el Albergue O Vilar, que se encuentra solitario en medio del monte, sin servicios próximos. Así, he de buscarme algo para comer y para desayunar mañana por la mañana. Finalmente, compro algo de fruta y agua. Me voy a visitar la Catedral y he tenido que entrar en una tienda de ropa deportiva para comprarme un cinturón que se me ajuste bien.
Aproximadamente empiezo a andar a las 17:45 y como el chirimiri era persistente, he tenido que ponerme el chubasquero. Esto es una gozada: viniendo de una ola de calor asfixiante en Sevilla, respirar este aire verde y fresco se convierte en un lujo que me emociona.
Aunque la distancia es corta, he llegado bastante cansado al albergue, porque no veía bien por la lluvia, he sudado mucho y la subida permanente me hacía más pesada la mochila. Cuando he llegado al albergue O Vilar -que efectivamente está en medio de la nada- me encuentro un grupo de estudiantes extranjeros, sobre los 20 años, que me invitan a un vaso de vino y a cenar. Evidentemente, es algo que un peregrino debe agradecer. Comparto con ellos mi fruta y entre risas me dicen que van a preparar crepes. ¡ Éstas son las cosas que encuentra uno en el Camino ! Además, me dicen que para mañana van a dejar cosas para el desayuno y que las puedo coger.
Catedral de Mondoñedo |
Albergue de Naturaleza O Vilar |
Los únicos vecinos |
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