Me he despertado muy pronto en el albergue. Mis compañeros de habitación eran silenciosos, pero la madera del suelo y de las escaleras sonaban muchísimo con cada paso, por mucho cuidado que tuvieras. Por otro lado, desde la cocina llegaban olores deliciosos de aquello que preparaban para el desayuno. Cuando me levanto, ya se habían marchado y habían dejado un buen desayuno sobre la mesa del salón para mí. Me lo he tomado tranquilo y he terminado la fruta que llevaba.
Sobre las 8:00 de la mañana salgo del albergue O Vilar. Hay bastante niebla por el camino y continúa el chirimiri, de modo que, cuando paso cerca de la Estación de Servicio "O Rei das Tartas", apenas consigo distinguir el acceso para llegar a la gasolinera. Ya tenía pensado parar aquí para probar las famosas tartas, pero el desayuno de los estudiantes extranjeros ha sido tan generoso, que sólo me quedaron ganas de verlas y de tomar un café. Eso sí, me sirvió para descansar un buen rato y curiosear las fotografías que hay por toda la cafetería, donde se ve al repostero Carlos Folgueira posando con los famosos de épocas pasadas. En la entrada, hay un monitor que reúne todas esas fotos.
Posteriormente, pasé por la localidad de Abadín. Aquí sí entré en un supermercado y compré una barrita de pan y una caña de lomo excelente, así como algo de dulce. Me paré en el pueblo en unas escaleras para prepararme un bocadillo. Un señor mayor me saludó y me dijo: "¡Qué aproveche! Lo que está haciendo usted es lo mejor para seguir vivo." Sabiduría popular.
A unos dos kilómetros de Abadín me cruzo con el río Anllo, que tiene una pasarela de madera para cruzarlo; un sitio muy bonito, con mucha agua. Después, subiendo y con el chirimiri persistente, cruzo por un puente forrado de madera sobre la autovía A-8. En una destartalada parada de autobús me encuentro con un peregrino en bici que almuerza dentro, refugiándose de la lluvia, y le digo: "¡Qué aproveche!" Lo de que comer es una buena idea para seguir vivo, me dio un poco de corte.
Sobre las tres de la tarde llego al albergue O Xistral, en As Paredes. Este albergue tiene un patio precioso, con una piscina portátil instalada, y ofrece un ambiente para peregrinos que fue lo que me llamó la atención. Desde luego, no me equivoqué por dos razones: primero, la cena, preparada con mimo por una excelente cocinera, y segundo, la atención por parte de Jaime, el hospitalero, que es para quitarse el sombrero.
La mesa para la cena la compartí con tres peregrinos en bici de Valencia, dos chicos alemanes y dos mujeres más, una japonesa y otra suiza. Fue divertido, aunque difícil con el inglés. Menos mal que luego llegó un grupito de Madrid, que empezaban precisamente ese día el Camino, y con ellos me entretuve un poco más charlando hasta que llegó la hora de dormir.
Estación de Servicio O Rei das Tartas |
Puente de madera sobre el río Anllo |
Pasarela sobre la autovía |
El patio del albergue O Xistral |
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